Mi nombre es Génesis Carrillo Matarrita

Mi nombre es Génesis Carrillo Matarrita, soy de Corralillo de Nicoya, y desde pequeña aprendí que los sueños se construyen con esfuerzo, paciencia y mucho amor. Crecí rodeada de mi mamá y mi abuela, dos mujeres que me enseñaron a ser fuerte, a no rendirme nunca y a valorar cada oportunidad que la vida me da.

Desde niña jugaba fútbol con mis primos y compañeros de la escuela, casi siempre era la única chica, pero eso nunca me detuvo. Aprendí a correr, a pelear cada balón y a disfrutar del deporte, incluso cuando parecía que todos me miraban con sorpresa. Jugué campeonatos escolares, equipos de barrio y en el colegio, siempre con la ilusión de ser mejor y de demostrarme que podía.

Fue el profesor José Luis “Chiwi” Juárez quien vio en mí algo especial y me abrió la puerta al equipo cantonal. Empecé como delantera, pero un día me preguntaron si quería probar como portera. Al principio dudé, no me sentía lista, y ser portera no es fácil: la responsabilidad es enorme y los elogios escasos, pero con el tiempo descubrí que esa posición me enseñaba mucho sobre la paciencia, la valentía y la perseverancia. Y me enamoré de ella.

A los 15 años tuve la oportunidad de entrenar en Proyecto Gol y fui convocada a la Selección Sub-17 y Sub-20. Vivir lejos de casa, en San José y después en Alajuela, fue difícil, pero me enseñó que perseguir tus sueños requiere sacrificio, confianza y, sobre todo, apoyo de quienes te quieren. Sin el respaldo de mi familia, no hubiera sido posible.

La vida me dio otra oportunidad: el fútbol playa. Recuerdo aquel primer torneo en 2018 como si fuera ayer. Estaba nerviosa, no sabía bien cómo moverme en la arena, pero apenas puse un pie en la cancha, supe que había encontrado mi lugar. Desde ese momento no he dejado de jugar. He pasado por equipos como Matapalo, Costeñas, Valencia y, desde 2019, ADG Sámara, donde he vivido mis mayores alegrías: ser campeona nacional, viajar a México y sentir la emoción de anotar goles desde la portería, un logro que nunca imaginé.

Entrenar requiere disciplina y organización. Antes viajaba largas distancias desde Nicoya, pero actualmente vivo en Playa Carrillo y entrenar se ha vuelto parte de mi vida diaria, permitiéndome balancear mi familia, mi trabajo y mi pasión por el fútbol playa.

Además de entrenar y competir, construí un nuevo proyecto personal: Tropical Waves, un cocktail bar en Playa Sámara que nació de mi deseo de emprender, crear algo propio y compartir un espacio especial con la comunidad. También me gradué como ingeniera en electromedicina, demostrando que con determinación se pueden combinar pasión, estudio y trabajo.

El fútbol playa me ha dado amistades, viajes, victorias y aprendizajes. Me ha enseñado que la vida no siempre es fácil, que habrá derrotas y momentos duros, pero que lo más importante es levantarse, seguir corriendo y nunca dejar de soñar. Hoy mi meta es llegar a la selección de fútbol playa de Costa Rica, y espero algún día poder lograrlo. Mi historia sigue escribiéndose, y espero que inspire a otros a luchar por lo que aman, a creer en sí mismos y a nunca rendirse.

 

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